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Acerca de Carolina y yo
En 1995 luego de una milagrosa recuperación a raíz de un accidente que casi me costo la vida, pude levantarme de una silla de ruedas para la gloria de Dios. |
En 1996 tuve mi segundo viaje misionero con destino a Colombia, donde conocí a la hija de un pastor que luego se convertiría en mi esposa. Dios nos había estado llamando a las misiones aún antes de conocernos.
En 1998, durante una conferencia misionera en Texas pude recibir el llamado misionero como una forma de vida. Prontamente comencé mis estudios y entrenamiento con JUCUM (Juventud con una Misión). Durante un tiempo de oración con algunos de mis compañeros Dios me revelo una visión acerca de Uruguay; un país del que casi nunca había escuchado. En este país Dios me mostró una escuela de entrenamiento misionero; un lugar céntrico donde personas de otras naciones vendrías para ser entrenadas y lanzadas a las naciones para servir a Dios. Esta visión solo era el comienzo de un gran período de gestación y preparación para ver su realización; entre tanto Carolina y yo guardábamos estas cosas, meditándolas en nuestro corazón.
Como parte del entrenamiento tuve la oportunidad de servir en Brasil con personas de comunidades en situación de calle.
Seguidamente Carolina y yo como matrimonio continuamos el servicio en otras naciones como Sudáfrica, entre personas afectadas con sida, jóvenes y huérfanos. En Noruega tuvimos la oportunidad de evangelizar en Escuela publicas a través del arte, dramas y en un coffee shop, rodeados de jóvenes de la alta sociedad. En México, co-lideramos un equipo de evangelismo. También llegamos a Costa Rica entre otros.
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Finalmente en el 2001 Dios abrió la puerta para hacer el primer viaje de exploración a Uruguay (tierra prometida), a través de Global Missions. Una vez allí, Dios nos confirmo el llamado a esta nación y empezó a abrir puertas para movilizar la visión que ya había puesto en nuestros corazones años atrás. En 2006 Carolina, nuestras dos hijas y yo nos mudamos a la ciudad de Rivera, Uruguay donde trabajamos con JUCUM como obreros en la escuela de discipulado y entrenamiento. Nuevamente allí tuvimos la oportunidad de dirigir equipos de prácticas evangelísticas y misiones en Bolivia y Brasil. En medio de todo este ir y venir, una visión continuaba creciendo en nuestros corazones de ver misioneros siendo lanzados a otras naciones.
Actualmente Carolina y yo junto a nuestros cuatro hijos nos hemos establecido en Montevideo, donde estamos dándole inicio a la escuela de entrenamiento misionero Catapult Missions. Llamamos y animamos a aquellas personas que están sentadas en el banco de su iglesia a dejar sus redes para seguir a aquel quien les puede hacer “pescadores de hombres” e ir por todo el mundo predicando el evangelio a toda creatura.
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